En José María Morelos, discriminados incluso por mixtecos
OCTAVIO VÉLEZ ASCENCIO/Fotos: MARIO JIMÉNEZ LEYVA, Enviados
4 Sep 2012 - 00:11
Los negros o afromexicanos, como los llaman los académicos ---aunque ellos prefieren que se les conozca como negros---, no son reconocidos ni contabilizados en un censo como un pueblo con cultura y características propias, ni aparecen en los libros de texto gratuito y mucho menos tienen políticas públicas específicas de atención a sus necesidades básicas y como consecuencia, poco se hace para remediar esta situación de infortunio.
“Si seguimos así en la pobreza, seguramente vamos a terminar otra vez de esclavos”, afirma doña Esperanza Olmedo Gazga, de 38 años de edad y madre de cinco hijos.
La indiferencia gubernamental y la discriminación de mestizos e incomprensiblemente de sus vecinos, los indígenas mixtecos, orillan irremediablemente a los negros de esta comunidad ---llamada así en honor del caudillo de la Independencia---, a la pobreza y a las penurias.
“Las cosas no han cambiado mucho (desde que se abolió la esclavitud), los negros seguimos viviendo igual, muy pobres y discriminados; aún no hay justicia para nosotros. Nos maltratan por el color de la piel, nos insultan, no hay trabajo para nosotros y de no cambiar las cosas, regresaremos a ser esclavos, seguramente”, asienta.
La discriminación a los negros, se evidencia en las viviendas de la comunidad porque son paupérrimas y escasas, similares a las de barro y pisos de tierra de Mozambique, Malí, Níger, Sierra Leona, Guinea-Bissau o El Congo, los países africanos más pobres, a diferencia de las propiedades de los mestizos e incluso indígenas.
“En las dependencias (gubernamentales) también nos discriminan; hace poco cuando fuimos a Oaxaca a pedir apoyo, nos dijeron que no, que solamente había para indígenas, que como negros no teníamos esas posibilidades. Entonces, si el propio gobierno nos discrimina y no nos toma en cuenta, pues no hay muchas oportunidades de salir adelante”, señala.
Los mestizos e indígenas mixtecos relegan a los negros no solamente por el color de la piel sino también porque supuestamente huelen mal, no se bañan y son flojos. Incluso, encuentran en la pereza, la razón principal de su pobreza.
“Eso nos dicen, que esto, que el otro, pero no es así, somos trabajadores; nos levantamos muy temprano, a las cinco de la mañana ya estamos trabajando en la pesca o en el campo, pero las condiciones de vida no son iguales a las del mestizo o mixteco. Ellos viven y nosotros no, a pesar de que trabajamos más”, apunta.
Sin embargo, los negros no están dispuestos a seguir en esas condiciones de vida para no heredar los sufrimientos de sus antepasados traídos a estas tierras por los españoles.
“No porque mis abuelos hayan pasado por esto, yo también lo tengo que aceptar. Vendo pescado todos los días para sacar 500 pesos a la semana; mi esposo trabaja en el campo, también vendemos periódicos, pero así prácticamente es imposible vivir, hasta tuve que sacar a mis dos hijos de la preparatoria por no poder mantener sus estudios. Si nos quedamos sentados, pues no va a pasar nada, por eso estamos luchando por nuestro reconocimiento constitucional como pueblo para podamos salir adelante y tengamos otro futuro, distinto al de la esclavitud y pobreza de nuestros abuelos”, termina.
La discriminación de los afroamericanos
Paradójicamente, los negros de José María Morelos ---ubicada a unos 435 kilómetros de la ciudad de Oaxaca---, han sido discriminados hasta por los afroamericanos de los Estados Unidos, cuando se han visto obligados a migrar a ese país para afrontar la pobreza.
“Me fui a Nueva York, allá anduve trabajando un año. Aunque allá, los afros también nos discriminan, son muy malos, nos tratan mal. En una ocasión, nos persiguieron con otro compañero de por acá, nos alcanzaron y golpearon, me dieron una patada. Somos del mismo color, pero ellos son americanos y notros mexicanos”, cuenta Eduardo Domínguez Echeverría, de casi 50 años de edad.
Después de esta experiencia, se fue a trabajar a California, pero el trato no varió mucho porque también fue víctima de racismo, sobre todo de los afroamericanos, aunque al final de cuentas regresó a la comunidad.
“Son racistas, se creen dueños de los Estados Unidos; es una gran población negra, pero nos discrimina a pesar de ser también negros. Tuve un manager (gerente) de una factoría que también era afro, era el único que nos trataba bien, pero poco nos entendíamos porque yo no hablaba mucho el inglés ni él español. Mejor me regresé para acá a trabajar en el campo, sembrando maíz y lo que se puede para irla pasando. Pero, no podemos seguir así, necesitamos que se nos reconozca como pueblo, que nos den apoyos como a los indígenas; trabajamos a lo cabrón, somos una raza bien trabajadora. Así se podrá ir nivelando la situación porque primero están los mestizos, luego los indígenas y si alcanzamos, después estamos los negros. Pero ni modos, no me avergüenzo de mi raza, soy orgullosamente negro y mexicano. La vida no me ha tratado tan mal, no tengo ningún reproche a mi color ni a la vida”, afirma.
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